Eterniza resacas de emoción;
construye cadalsos de cuatro muros.
Guareciéndose en sus tristezas, se acomoda en sus desidias:
con ansias de no cambiar nada.
Iras de impaciencia comedida,
sombras disfrazadas de luz, al ser sorprendidas.
Y de repente un día:
Pisa esas gafas y camina.
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