Con el tiempo aprendí a guardarme:
a mí por mí.
Y quizás sonará a cliché
pero considero una genialidad el saber elegir bien dónde aportar.
Este proceso, que en mí ha tardado tantísimo en gestar, se traduciría en la práctica así:
SITUACIÓN
(Jessi analiza: Jessi, se dice: aquí no)
ACTUACIÓN: (............ Eco)
( Mentalmente: "Pues OC")
Y, si se puede, concluir con un "Gracias, buenos días".
Que nunca está de más oye.
¿Por qué se auto-invalida el sexo masculino?
¿Es una cuestión de ineptitud consciente?
o , quizás,
¿Es la "Pereza-inquisidora" asociada eternamente al gen Y?
...
¿Será El éxito saberse ventajoso por recrearse en su incapacidad auto-impuesta
para poder rascarse tranquilamente los huevos?
Pregunto
Léase eternamente resoplando.
La nuestra iba a ser la más grande.
Me aferré a esa frase:
La metí en un saquito junto con mi vorágine de enamoramiento adolescente y se tatuó en mi historia. Inamovible durante años. Once años, y cuatro más.
Todavía sigo recomponiéndome de semejante huracán.
Últimamente mis sueños saben a despedida. Anoche incluso a reproche.
¿Qué clase de magia ha sido la nuestra?
Todo lo que sucedió fue la mejor historia.
Abriendo los ojos, se mantuvo y mantiene en mi, por mí.
Por mi maravillosa forma de quererte.
Otros : "no llegan a amores, ni a historias se quedan ahí"
*
Vomito mi conclusión, para guardarme de este sentimiento:
Siempre fuiste muy cobarde,
en las cosas del amor.
Transita las mismas calles
con andares diferentes
Autoconvenciéndose serena
de que ya no es la misma persona.
Ilusa optimista,
reza para que los semáforos estén en verde
y así no alzar la mirada hacia allí.
La ausencia por imposición me hace bien.
Sin embargo, hoy el mundo de los sueños me atrapó: Ñás.
Visita sin avisar. Amabilidad de una madre. Langostinos en la nevera.
Puerta apuntalada y un montón de recuerdos por recuperar, antes de volver a la vida real.
Luego:
Lloro de rigor y café para desayunar.
Familiarizándome con mis derrotas y cohibiéndome de mis altas pretensiones:
¿la aceptación me hace bien?
Me resisto a pensar que la mera sucesión de la vida tranquila
es la Felicidad que ansío.
He transitado por :
vergeles de gloria,
curvas derrasantes
glaciares de hielo
y desiertos, que parecían no tener fin.
Siento que se abre un nuevo horizonte
a mis pies.
Espero escoger buen zapato, para el camino digo.
Me cuesta horrores desprenderme, del verbo desprender como el todo;
De cosas, de personas, del recuerdo de momentos.
Recurro a ellos como quién se refleja a sí mismo, de nuevo
"en un lugar seguro donde fuimos verdad".
De la misma manera,
leo y re-leo frases que con el paso de los años he ido acumulando en mi memoria.
Ayer me sorprendí descubriéndome como si de otra persona se tratase.
Siendo tan yo, y al mismo tiempo tan diferente.
El mayor cambió surgió cuando me abracé en todas mis formas.
Ni tan mal oye.
" Escúchame, caracartón:
Sólo pospone las heridas. Tb los éxitos.
Deja de esquivarte.
¿Por qué no disfrutas siendo tú?"
... ¿Qué es ser yo misma?
Estancarme sin avanzar,
dejar la mente en blanco mirando el móvil,
acomodarme en la idea del descanso.
La insatisfacción del presente es lo que me mueve a buscar opciones
que me salven, de alguna manera, de esta desidia que me aporta la "vida tranquila".
Tan fácil y tan difícil como callar a todos en mí y hacerme casito.
Esa energía que con tanta fuerza cerraba la puerta;
ahora dejas paso:
Abres los males con un abrazo tranquilo a tus demonios.
Abres la cucha de par en par, aceptas su presencia.
Presencian, se muestran, pero ya no te invaden.
Forman parte de ti.
Autoconvenciéndose de que la vida no iba consigo,
haciendo malabares en la latitud más extrema.
Tómala.
Acaricia el tacto tosco entre tus manos.
Estremécete con el poder que emana su presencia a tu merced.
Y ahora que exhalas , frenesí de adrenalina,
que espacio y tiempo se alinean a tu voluntad:
¿Qué vas a hacer?
Eterniza resacas de emoción;
construye cadalsos de cuatro muros.
Guareciéndose en sus tristezas, se acomoda en sus desidias:
con ansias de no cambiar nada.
Iras de impaciencia comedida,
sombras disfrazadas de luz, al ser sorprendidas.
Y de repente un día:
Pisa esas gafas y camina.
Soñé que mi alma se desprendía de mi cuerpo.
Lejos de querer despertar, mi yo durmiente lo escenificaba
como un fenómeno increíblemente armonioso y placentero.
