Según se mire, Ana era la mujer que yo más necesitaba o la que menos me convenía en aquel momento:
Diez años más joven que yo, demasiado poco exigente en lo material, amante apasionada de los perros y dotada de un extraño sentido de la realidad que le hacía ir de las ideas más alucinadas a las decisiones más firmes y racionales.
Desde el principio de nuestra relación, ella tuvo la capacidad de hacerme sentir que hacía muchísimos años que yo la andaba buscando.
L.Padura
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